Léna Prouchet sobre el emprendimiento en comunidades indígenas
¿Qué te viene a la mente cuando piensas en un emprendedor? Generalmente, los rostros habituales: Elon Musk, quizás Bill Gates, etc. Y, ¿qué pasa con esas personas que viven en el corazón de la Amazonía peruana?
Léna Prouchet, estudiante de doctorado en la Universidad de Exeter, ha venido trabajando en colaboración con Cool Earth. Ella te podría decir que los pueblos indígenas han sido grandes emprendedores durante milenios. Léna regresó hace poco de Perú, donde pasó tres meses investigando el proyecto de cacao liderado por Cool Earth en una comunidad Awajun cerca de la frontera con Ecuador. El objetivo final fue compartir recomendaciones para perfeccionar el diseño y la implementación de proyectos que apuestan por apoyar a los Pueblos Indígenas desde una perspectiva de desarrollo económico local.
Hace no mucho, Léna fue invitada a discutir su tema de investigación en un podcast y algunos de sus hallazgos son clave. Por eso, nos gustaría compartirlos contigo.
Emprendimiento indígena
Durante mucho tiempo, la investigación sobre qué es el emprendimiento ha estado dominada por lo que yo llamo el tipo de emprendedor 'Elon Musk'. Creo que si sales a la calle y le preguntas a la gente qué es un emprendedor, siempre tienen la idea de alguien con mentalidad de "tiburón", que se enfoca en maximizar las ganancias. Ésta es la visión occidental común del espíritu empresarial.
Pero la gente necesita darse cuenta de que hay más de mil millones de empresarios en el mundo, que lo son por necesidad: Porque no tienen opción de empleo ni apoyo adecuado por parte del Estado. Trabajo con personas que cultivan y venden cacao. Son emprendedores. Pero la investigación los ha ignorado durante mucho tiempo.
Una corriente de investigación reciente llamada “Emprendimiento indígena” busca abordar esta brecha resaltando el hecho de que los Pueblos Indígenas han sido empresarios durante milenios. Ellos y ellas han venido trabajando para sí mismos y haciendo negocios que involucran a toda la comunidad. Su forma de ver el emprendimiento no sólo tiene objetivos económicos, sino también ambientales y sociales.
En la práctica, descubrí que los empresarios con los que estaba trabajando no coincidían exactamente con lo que el “emprendimiento indígena” había estado enfatizando. Las y los miembros de la comunidad buscaban generar ingresos a través del cultivo del cacao para satisfacer sus necesidades básicas, pero preservar algunos aspectos de su estilo de vida, y especialmente la participación en actividades sociales. Esto parecía más importante que maximizar las ganancias.
Perspectivas de los socios externos sobre el desarrollo y el estilo de vida indígena
Por un lado, parece como si los modelos de ayuda externa estuvieran imponiendo la modernización a las comunidades indígenas, diciendo: “estás dos siglos retrasado y te ayudaremos a subir al tren”. Pero, por otro lado, rechazar completamente la modernización, es también imponer algo. Cuando estuve en las comunidades, me di cuenta de que existía el deseo de tener acceso a Internet y a tecnología moderna, pero también a buenos sistemas de salud y educación. El problema de rechazar la modernidad por completo es que a las comunidades se les dice que tienen que “permanezcan como están”, congeladas en el tiempo. Esto es algo que a menudo imponen los investigadores en Occidente, que proyectan ideales y romantizan las culturas indígenas. Hay que tener cuidado de no caer en los dos extremos.
Creo que hay que empezar preguntando a las y los miembros de comunidades indígenas qué es lo que ellas y ellos quieren. Se podría pensar que esto sería algo básico y normal, pero la realidad nos muestra que no lo es.
El enfoque de Cool Earth
He tenido muchas conversaciones con Cool Earth y siempre han mostrado un deseo de evolucionar para ser los mejores socios posibles para las comunidades indígenas y locales con las que trabajan.
Lo que Cool Earth ha decidido hacer no es iniciar nuevos proyectos y programas. Por ejemplo, en el cultivo de cacao, en lugar de ingresar diciendo que van a revolucionar todo el proceso, se ha optado por analizar el trabajo que ya existe y apuntan a continuar con las actividades que organizaciones anteriores habían iniciado pero dejaron a medias.
Generalmente proyectos como el de cultivo de cacao llegan ya definidos y la gente trabaja con el proyecto durante tres años, incluso dos porque lleva un año planificarlo y luego evaluarlo y cerrarlo. Y cuando un proyecto termina llega otro.
En cambio, Cool Earth ha estado trabajando en una intervención de cacao durante ocho años que no tiene fecha de finalización, lo que marca una gran diferencia. Un árbol de cacao cuando está plantado tarda dos años y medio, o hasta tres, en dar frutos. Entonces, cuando un proyecto está diseñado para durar sólo dos o tres años, la gente local dice que es problemático ya que los proyectos a menudo se detienen incluso antes de que comiencen a cosechar.
Otro desafío de estas intervenciones "tradicionales" es que tienden a definirse de forma previa, con poca o ninguna consulta a los participantes locales. Establecer enfoques participativos genuinos es muy complejo y requiere tiempo y recursos. Por ello, Léna está trabajando actualmente en recomendaciones clave para Cool Earth, con el fin de promover procesos participativos con sus socios y garantizar que más personas puedan beneficiarse del soporte.
Trabajar con expertos como Léna nos ayuda a evaluar y aprender como organización, así como mejorar nuestros programas globales. Para saber más de Léna, consulte este blog reciente, o para cualquier hablante de francés, escuche el podcast aquí ¡tú mismo!