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Cultivos nativos, cultivos sostenibles

¿Alguna vez has oído hablar del pijuayo? En Amazonas, Perú, esta planta estará pronto más presente que nunca para ayudar a 134 familias de comunidades Awajún a mejorar su alimentación y prácticas agrícolas.

El pijuayo es una palmera nativa de las selvas amazónicas, que como explica Isabel Aranda, consultora del equipo de Cool Earth, es ideal para implementar prácticas agrícolas más sostenibles que beneficien directamente a los participantes. “Además de ser una planta local, casi todas sus partes son útiles, y por ser un árbol nativo, el suelo de las comunidades donde se va a sembrar es óptimo para que crezca y se reproduzca con facilidad”. De esta manera, se evita la erosión del suelo y la posterior tala de árboles para abrir nuevos espacios agrícolas.

¿Por qué estas características importan?

El rápido aumento de la pobreza en Perú significa que más de 16 millones de personas están experimentando inseguridad alimentaria o no pueden acceder a suficientes alimentos para vivir una vida saludable. Estas condiciones contribuyen a problemas como la anemia y la desnutrición, que afectan predominantemente a los niños.

Aunque hay 1.8 millones de agricultores de subsistencia en el país, muchos solo pueden producir suficientes alimentos para alimentarse a sí mismos y a sus familias, pero no lo suficiente para ganar dinero para otras necesidades como medicinas, facturas escolares y ropa.

Federico, miembro de la comunidad Awajun

Federico, miembro de la comunidad Awajun

¿Cómo el pijuayo contribuye?

El estilo de vida de las personas está íntimamente ligado a la selva tropical en comunidades nativas como los Awajún. Sin embargo, debido a la sobreexplotación de los recursos naturales, estas personas ya no pueden obtener suficientes alimentos de su entorno. Como resultado, han tenido que cambiar sus tradiciones y aprender sobre agricultura y piscicultura.

Federico es un comunero natural de Urakuza, comunidad Awajún en la que él ha cedido una parte de su terreno para la instalación de un vivero que servirá para cultivar plantones de pijuayo. Estos arbolitos se entregarán de forma posterior a las familias para que puedan hacerlos crecer en sus chacras; así, ellas, ellos y el bosque podran gozar de todos sus beneficios.

“Yo soy comunero y natural de esta comunidad, me dedico a mi parcela, donde tengo ya plantas de pijuayo. Ese pijuayo en tres o cuatro años ya me da su fruto y nos produce su chonta, fruta y suri (...)”, nos comenta.

Federico trabajando con Isabel

El fruto del pijuayo crece en grandes racimos y es rico en aceites esenciales, vitaminas A y E. La parte más blanda de su tallo, conocida como “chonta”, es baja en grasas y rica en fibra. Esta combinación de vitaminas y alto valor nutricional hace del pijuayo un cultivo valioso. También hay un tipo de larva que vive en la planta de pijuayo llamada “suri”. Este insecto contiene un alto contenido de proteínas y es una de las pocas fuentes de proteínas fácilmente disponibles y, por lo tanto, muy importante.

“Decidí apoyar este proyecto porque creo que después de eso podemos intentar también con otros tipos de plantas, hay muchas cosas que podemos sembrar (...) Ahorita más que nunca hay que cuidar porque ya no es como antes. Ya casi no hay bosque. Hay que sembrar, yo tengo aquí sembrado Tornillo que es una especie que se usa para hacer muebles de madera y ahora ya no hay. (...) Yo creo que la conservación de los bosques es importante”.

Para construir un futuro más resiliente para todos y todas, necesitamos empoderar las voces de los pueblos indígenas y comunidades locales. Conoce cómo lo hemos estado haciendo posible en nuestro Informe de impacto