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Amazona envenenada: nada seguro para beber

El Amazonas tiene más agua que cualquier otro río del mundo.

A lo largo de sus 4,049 millas de longitud, 500 afluentes lo alimentan. Todos los días produce suficiente agua para satisfacer las necesidades de la ciudad de Nueva York durante nueve años.

Y, sin embargo, hay escasez de agua potable y potable. Es porque el Amazonas está siendo envenenado.

El cloro, el queroseno, el ácido sulfúrico, el mercurio y el cianuro se bombean a esta gigantesca red fluvial desde la minería y la producción de cocaína.

No querrás nadar en él y ciertamente no querrás beberlo.

Nuestras aldeas asociadas en Perú no tienen otra opción. El veneno proviene de aguas arriba y no hay nada que puedan hacer para mantener segura el agua del río.

Pero hay una solución sencilla; Aproveche los manantiales naturales.

El año pasado, los partidarios de Cool Earth ayudaron a Cutivireni a hacer precisamente esto. Conectar el pueblo a un manantial natural a 12 kilómetros de distancia literalmente ha cambiado la vida de los habitantes de Cuti.

Actualmente, las mujeres tienen una caminata agotadora de más de una milla para recoger agua del río. Esto no solo los aleja de cuidar a sus familias y huertos, sino que el agua está contaminada.

Nuestro plan es proporcionar un suministro de agua dulce para las familias de Coveja que también genere energía y una fuente de alimento. Así es cómo:

El agua se canalizará desde un manantial natural a través de un sistema picohidráulico. Esto generará energía para la iluminación, lo que significa que los niños pueden estudiar por las noches y las mujeres pueden hacer sus joyas tradicionales.

El agua sobrante luego pasaría a través de un nuevo estanque para peces, oxigenando el estanque. El pescado les daría a los aldeanos una fuente de proteínas muy necesaria y evitaría que se comieran el pescado contaminado del río.

¿Por qué no Rainwater?

Con alrededor de dos metros (diez pies) de lluvia cayendo cada año en la selva tropical, el agua de lluvia parece ser la solución simple. Hay dos problemas. El bosque del río Ené está experimentando períodos prolongados de sequía que no se conocían hace diez años. El segundo es el paludismo. El agua estancada es el caldo de cultivo perfecto para los mosquitos que transmiten esta enfermedad debilitante ya veces mortal.