Las selvas tropicales son sumideros de carbono vitales que regulan nuestro clima global y ecosistemas insustituibles.
En pocas palabras, el bosque enfría la tierra, y es por eso que enfocamos nuestro trabajo y su dinero aquí. Los biomas tropicales que capturan carbono representan la mayor superficie de bosque a nivel mundial. Mantener la selva tropical intacta puede proporcionar el 23% de la mitigación climática que se necesita con urgencia para enfriar nuestro planeta.
Pero los bosques de todo el mundo están siendo destruidos a un ritmo alarmante a pesar de las promesas intergubernamentales de detener la deforestación. El colapso climático está intensificando la pérdida de bosques a medida que los bosques tropicales y húmedos se vuelven más secos, lo que hace que los árboles mueran y los incendios se quemen por más tiempo, creando un ciclo de retroalimentación devastador.
La deforestación daña la capacidad de una selva tropical para secuestrar (eso es capturar y almacenar) carbono y, en cambio, lo libera a la atmósfera. Esto afecta a toda la vida en la tierra; nuestro futuro depende de la salud de la selva tropical.
El secuestro no es lo único que la selva tropical hace por nosotros.
Estos preciosos biomas afectan nuestro clima, el aire que respiramos, la biodiversidad y nuestros alimentos y medicinas, sin mencionar que la selva tropical es el hogar de millones y millones de personas que sufren la peor parte de la deforestación.
La protección de la selva tropical es una forma rentable y potente de luchar contra la crisis climática. Todo lo que tenemos que hacer es protegerlo.